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viernes, 3 de agosto de 2012

Escrito sobre el viento

Douglas Sirk ha sido el gran maestro del melodrama. Conjugaba la suprema elegancia y estilización formal de sus films con la pasión, a la hora de plasmar las emociones y sentimientos del ser humano. Nadie como el cineasta de origen alemán supo dar categoría de ARTE a un genero del que se ha perdido la formula mágica, ¿o tal vez el talento? de cómo realizarlo.

La relación del hijo de un rico magnate del petróleo (Stack), con su mejor amigo (Hudson), de origen humilde, se torna tempestuosa cuando ambos se enamoran de la misma mujer (Bacall). Historia de amores, celos y pasiones desatadas; de amistad y renuncia; de deseo, frustraciones y fracaso, “Escrito sobre el viento”, es, el MELODRAMA con mayúsculas. Sirk nos subyuga desde las impactantes imágenes de ese deportivo amarillo que circula a gran velocidad, conducido por un borracho Kyle Hadley (Stack), con las que comienza el film, y que enlazan con la elegante presentación de todos los personajes.

Un largo flashback, que nos lleva de nuevo al presente, y que encuentra su dramático desenlace en el poderoso clímax final, son las líneas maestras de la atrevida estructura narrativa del film. El soberbio guión, -no exento de un cierto mensaje con moralina-, una puesta en escena abarrocada y la magistral dirección de Sirk, potenciados por la fotografía, de colores saturados, de Russell Metty y la partitura de Frank Skinner, que adapta con acierto la canción “Written on the wind”, que abre y cierra el film, compuesta por Victor Young, transforman una historia desbocadamente melodramática en fotogramas de oro puro que ya son historia viva del cine. Capitulo aparte merece la soberbia “performance” de todos los actores, maravillosamente dirigidos por Sirk, desde un Rock Hudson, que sortea con brillantez los peligros del personaje quizás menos creíble del film, y alrededor del cual pivotan todos los demás, la majestuosa interpretación de Lauren Bacall, -muy alejada del cliché interpretativo de sus films con Bogart-, y con especial mención para la sublime interpretación que del atormentado Kyle Hadley hace un Robert Stack sensacional, y para la superba interpretación -merecido oscar a la mejor actriz secundaria- que de la pasional y desequilibrada Marylee Hadley hace una Dorothy Malone impagable, que al igual que Rock Hudson y Robert Stack siempre estuvo mejor que nunca bajo la dirección del maestro alemán, y que al año siguiente volverían a reunirse en otra obra maestra de Sirk, la magistral “Ángeles sin brillo”. 

Inolvidable obra maestra de una manera de hacer cine irremediablemente perdida.

Film de una riqueza visual y conceptual apabullante , creo justo destacar dos momentos mágicos: La secuencia del frenético y erótico baile de Marylee mientras su padre esta muriendo y la imagen de una Marylee, heredera de un gran imperio petrolífero, pero sumida en la más terrible soledad, abrazada a la maqueta de una torre petrolífera, con un cuadro de su padre en idéntica postura, que preside el plano, como metáfora del fracaso total y absoluto de los valores de una cierta clase social.
  
Elegante y sofisticada. Aparentemente frívola y hondamente reflexiva en cuanto a insatisfacción personal se refiere. Toda una obra maestra de la ironía. La sutileza de la dirección de Douglas Sirk consigue infundir una crítica clara y contundente de la convencional sociedad norteamericana, narrada con absoluta brillantez. Los aspectos visuales del film están cuajados de simbolismos y la puesta en escena evoca una vida de excesos vacía. La película refleja la decadencia del modo de vida norteamericano en un clima opresivo de frustración sexual, alcohol y dinero.

A partir de una historia melodramática Sirk extrae toda una serie de emociones, gracias a un admirable uso de los elementos cinematográficos como una amplia paleta cromática, que reluce los excesos de una vida vacua y la composición de unos primeros planos soberbios.

Desde los primeros compases del film observamos todo un torbellino de sentimientos narrados de un modo electrizante, condensado y poderosamente lírico. Los personajes se disponen como imágenes especulares invertidos (el bueno frente al malo) pero cada uno, finalmente, ocupa una posición compleja y contradictoria en el imposible orden de las cosas.

La película es toda una exposición de emociones: amores no correspondidos, relaciones familiares fracturadas, pasión, celos y frustración vital. Toda una galería de sentimientos que Sirk domina con mano férrea, sin fisuras, consiguiendo un idóneo perfil y perfecta definición de unos personajes dolorosa y emocionalmente abandonados. Todo ello acertando plenamente en el progreso de dichas relaciones y describiendo sabiamente la historia de sus vivencias, traspasadas con diáfano apasionamiento al ánimo del espectador.

Pocas películas son a la vez tan viscerales y audaces como ésta. Un melodrama hecho con pasión, seriedad e inteligencia.

Mención aparte merece la interpretación de Dorothy Malone cuya excelente composición resulta fascinante. Una de las mayores cotas alcanzadas por el séptimo arte que Sirk firmó con pluma de oro. Toda una joya.


TÍTULO ORIGINAL Written on the Wind
AÑO 1956




DIRECTOR Douglas Sirk
GUIÓN George Zuckerman (Novela: Robert Wilder)
MÚSICA Frank Skinner
FOTOGRAFÍA Russell Metty
REPARTO Rock Hudson, Lauren Bacall, Robert Stack, Dorothy Malone, Robert Keith, Grant Williams, Harry Shannon
PRODUCTORA Universal Pictures
PREMIOS 1956: Oscar: Mejor actriz secundaria (Dorothy Malone). 3 nominaciones


SINOPSIS Kile Hadley, un magnate del petróleo, y Mitch Wayne, su mejor amigo y empleado, se enamoran de la misma mujer: la secretaria Lucy Moore. Kile, que es un alcohólico irresponsable, se casa con ella, aunque Mitch está convencido de que con esta boda Lucy comete un gran error. Al cabo de un año, contra todo pronóstico, Kyle parece un hombre nuevo: ha dejado de beber y presta más atención a sus negocios.
CRÍTICAS ----------------------------------------
"Una obra maestra absoluta. (...) Un melodrama desatado que Douglas Sirk doma con mano férrea (...) con una puesta en escena tan barroca como sólida, compone un abrumador retrato de la institución familiar." (Miguel Ángel Palomo: Diario El País)
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"La decadencia de la sociedad norteamericana y de sus principales valores conforman el argumento de esta exquisita cinta. Imprescindible" (Fernando Morales: Diario El País)
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