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sábado, 30 de abril de 2011

Luz, baile, música y silencio



Una película dual, contradictoria: los bailes son peleas, las peleas son bailes, la inmensidad es íntima, las canciones son política, la oscuridad puede ser acogedora y la luz peligrosa, los nativos son inmigrantes, los inmigrantes americanos, el silencio también es música, tragedia y comedia. Las dos caras de la moneda en la misma pantalla. Un film hermoso y duro. Sin duda imprescindible.


Tres Canciones:"América" El sueño americano: las portorriqueñas ven la cara positiva; los hombres sus limitaciones y engaños. Una canción alegre, un baile divertido: una letra amarga. Al final América es mala, pero Puerto Rico es peor. Ah, y Puerto Rico está en América. "Gee, Officer Krupke!" O el problema de los chicos de la calle: pobrecillos, con madres prostitutas y padres borrachos y todo eso, ¿como van a ser de otra manera? Y los chicos cantando, burlándose de la policía, la justicia, los psicólogos y la asistencia social. Reafirman su identidad, son lo que son porque quieren. Ya. Hasta que el policía les planta cara: ahora vemos que ríen por no llorar. "Cool" O la terapia para enfrentarse a un interrogatorio. La ley del silencio. Catarsis en un garaje.


Una película que demuestra que enamorarse de alguien que pertenece al grupo enemigo es algo eterno, ocurre y vuelve a ocurrir todos los días en distintos lugares del mundo. En esta película, resulta que sucede en New York a mediados del siglo XX y encima con un añadido que hace más maravillosa la narración: la música y las canciones que la acompañan. Son de tal conexión con la sensibilidad y los sentimientos de amor que se graban en lo más hondo de nuestro ser.Para mí, "West side story" y "Siete novias para siete hermanos", son los dos mejores musicales de toda la historia del cine, y tal honor se debe sobre todo a que tanto su música como sus canciones son inmensamente brillantes, preciosas y sugestivas; es oírlas y emerger en nosotros el romanticismo y la nostalgia de los días de enamoramiento. Hasta que la muerte nos separe de este mundo, María y Tony, cantándose uno al otro, formarán parte de nuestro oído mental.


La versión cinematográfica del exitoso musical de Broadway de Bernstein/Sondheim, “West Side Story” ha quedado para la historia como un intento de revitalizar el musical de Hollywood que no tuvo continuidad, pero que se ha convertido en un clásico indiscutible no solo del cine musical sino del cine de todos los tiempos.Actualización del inmortal “Romeo y Julieta” de W. Shakespeare, las calles de un barrio marginal de New York son el escenario del enfrentamiento entre bandas juveniles rivales. El amor que surge entre Maria -una joven portorriqueña- y Tony será la chispa que generará la espiral de odio y violencia que acabará en tragedia. Algo más que un film, “West Side Story” es un profundo estudio sociológico sobre la marginalidad de amplios sectores de la juventud en las grandes ciudades y sus dramáticas consecuencias.Con un bien estructurado guión de brillante “crescendo” dramático de Ernest Lehman, “West Side Story” destaca sobre todo por la inmortal partitura de Leonard Bernstein, los números musicales, con espectaculares, vibrantes e inolvidables coreografías de Jerome Robbins -codirector del film con Robert Wise-, que ya forman parte de la memoria colectiva, maravillosamente montadas por Thomas Stanford y la excepcional fotografía, de colores muy saturados, de Daniel L. Fapp. La dirección bicéfala de J. Robbins y R. Wise se complementa a la perfección. Si bien siempre ha sido mejor valorada la parte musical y coreográfica del film, no obstante, la caligrafia y el pulso narrativo de R. Wise en el registro más dramático de la historia son impecables, salvo en alguna secuencia almibarada en exceso. Un reparto de jóvenes promesas, en los papeles de sus vidas, con la inolvidable Maria de Natalie Wood y menciones especiales a la sensual Anita de Rita Moreno y al arrebatador Bernardo de George Chakiris completan algunos de los muchos meritos de un film, romantico, hermoso y profundamente triste que sin duda alguna ha pasado, por meritos propios, a la iconografía y la mítica del cine.Inolvidable clásico del cine musical a revisar y disfrutar sin complejos.


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