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jueves, 14 de abril de 2011

Los ojos de Bette Davis


Soberbia, en el peor sentido de la palabra, egocéntrica, caprichosa, despiadada, burlona, malhumorada. En definitiva, una reina, una diosa.


Si en el mundo del cine hay alguien que después de Katharine Hepburn, reúna el calificativo de profesionalmente perfecta es BETTE DAVIS. Si en una ocasión Katharine al finalizar el rodaje de "Suddenly, last summer", le escupió a la cara al mismísimo Joseph L. Mankiewicz, por consentir los retrasos y caprichos de Elizabeth Taylor, y a las continuas repeticiones a las que fué sometida por la inestabilidad emocional de Monty Clyft, sin prestarle a ella la mínima consideración, BETTE DAVIS le hubiera arrojado ácido sulfúrico. Es la diferencia entre ambas damas de la pantalla. Nadie como Bette y Katharine para dejar ligero sabor a reinas sobre el escenario y magia irrepetible en la pantalla.


Con dos Oscar y con un total de 10 nominaciones, Bette Davis tan solo fué superada, en lo que a estos galardones se refiere, por Katharine Hepburn, que obtuvo cuatro Oscars de un total de 12 nominaciones, e Ingrid Bergman, que logró tres Oscars, de un total de siete nominaciones.

Obtuvo Oscars a la mejor actriz por: "Dangerous" "Jezabel"

Sus otras nominaciones fueron: "Amarga victoria" "La carta" "La Loba" "Mr Skeffington" "Eva al desnudo" "La estrella" "¿Qué fue de Baby Jane?"


En la sala oscura del cine, sobre nuestros ojos la pantalla donde en blanco y negro se nos proyecta el trabajo finalizado de un grupo de profesionales que rinden tributo al Séptimo Arte y nos ofrecen una historia, mejor o peor contada, con unos hombres y mujeres que son parte de nuestro entorno y conviven de forma definitiva en el cerebro de todos los cinéfilos del mundo. Son esos puntos de luz que proceden del banco del arco iris y en donde nos bañamos para darle otra tonalidad distinta del color que poseemos y así poder gozar del orgasmo ininterrumpido que es contemplar una buena película o saborear la interpretación mas grande jamás sentida. Dentro de este último de los placeres el nombre de Bette Davis es la guinda que adorna la tarta del arte mas noble, porque tanto el ritmo, como el nervio empleado por esta actriz en casi todos sus trabajos, son dignos de ser consideramos como el cenit de la interpretación. Bette no es una actriz al uso, Bette no es la clásica cómica que disciplinadamente da vida a un personaje, Bette es el personaje mismo.


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