traduce / translate

English plantillas curriculums vitae French cartas de amistad German documentales Spain cartas de presentación Italian xo Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

domingo, 27 de febrero de 2011

No había nada que entender



A medida que nos enamoramos, nos entendimos entre sí
Es impresionante ver cómo se nos pasan las cosas desapercibidas, y a veces es tan fácil notarlas, basta con poner un poco de atención, desconectarse del circuito constante de nuestras vidas y fijarse en los detalles, en esos que nos parecen tan obvios, pero que muestran tanto de nosotros como seres “individuales” o en sociedad, claro está, que la manera de ver, comprender o analizar estos temas depende del criterio personal de cada uno, pero a mi manera de ver, me parece absurdo que el ser humano desperdicie tanto tiempo en su complejidad de autómata y no lo utilice en recrearse, compartir, conocer, aprender o simplemente disfrutar su vida.

Debemos tomar conciencia, estamos aún a tiempo, podemos resistir contra el imperio de la máquina, la pobreza existencial, la pérdida de los valores... podemos ser más que seres sometidos al sistema... ¡Somos más! Solo depende de nosotros cultivarnos y hacernos florecer sobre este campo minado.
No creo que seamos seres independientes, dependemos casi por completo de nuestro entorno, de la gente que nos rodea y del medio ambiente como para creer que somos tan avanzados e independientes de aquello que nos rodea. Este entorno cada día más opaco y sin vida en el que la condición de ser humano se abandona ... cuando multitudes de seres humanos pululan por las calles de las grandes ciudades sin que nadie los llame por su nombre, sin saber de qué historia son parte o hacia donde se dirigen, el hombre pierde el vinculo delante del cual sucede su existencia... ya no vive delante de su pueblo, de sus vecinos, de su dios, si no angustiosamente perdido entre multitudes cuyos valores no conoce o cuya historia apenas comparte....
L'eclisse (El eclipse) es una película italiana de 1962 dirigida por Michelangelo Antonioni. Protagonizada por Alain Delon, Monica Vitti y Francisco Rabal en los papeles principales.
Es la conclusión de la trilogía informal de Antonioni sobre el "malestar moderno" encabezada en 1960 por La aventura, y La noche en 1961.
La película cuenta la historia de una joven mujer, Vittoria (Monica Vitti) que rompe con su novio Riccardo (Francisco Rabal) para marcharse con otro hombre (Alain Delon). Este film despliega el tema de la incomunicación humana en las grandes ciudades postmodernas.
Con esta película, Antonioni alcanza la apoteosis de su estilo modernista, retomando sus temas favoritos: el distanciamiento humano y la dificultad de encontrar conexiones en un mundo cada vez más mecanizado.
misteriosa y genial
Me resulta difícil de racionalizar, pero lo cierto es que de algún modo esta película tiene la capacidad para pulsar resortes olvidados, o quizá nunca reconocidos, de nuestra sensibilidad; se trataría de una especie de secreta conexión entre el hombre y sus pasiones con ciertas dimensiones del espacio y en parte, del tiempo. Podría referirme a su espléndida fotografía, a los sugerentes escenarios, al encanto, pero también gravedad que transmiten Monica Vitti y Alain Delon en la cumbre de su apostura juvenil. Pero me centraré en tratar de desentrañar los significados de sus misteriosas y a veces desconcertantes imágenes.Creo que en esta película se nos propone una nueva vuelta de tuerca sobre las temáticas habituales en el cine de Antonioni (la incomunicación, la fragilidad de las relaciones humanas, la alienación del hombre en el mundo moderno), pero dentro de un contexto que se podría calificar de metafísico. Tal es así, que aunque el fantasmagórico edificio en construcción o la astilla de madera empiezan siendo, como en cualquier película convencional, meros decorados o elementos de atrezzo, acaban sin embargo convertidos finalmente, no solo en inamovibles testigos, sino también en verdaderos protagonistas de la narración, hasta el punto que los hasta entonces protagonistas de carne y hueso acaban por desaparecer del escenario de sus encuentros. Así pues, el escenario se revela finalmente como más “real” e importante que los propios personajes; tal es la estratagema que nos propone Antonioni con el fin de poner de relieve la fragilidad de estos, así como la contradictoria fugacidad de los sentimientos que los animan. Es como si la materia inerte, huérfana de conexión con sus antiguos habitantes adquiriera de pronto una cualidad extraña. Una cualidad que también tendría algo de correlato material de la situación anímica de los protagonistas.En mi opinión, esta usurpación deviene finalmente una metáfora inquietante de la fugacidad de la vida humana. Porque las pasiones juveniles, los bellos gestos, risas, y miradas, por muy maravillosos que nos hayan parecido, están condenados a desaparecer y a perderse en el olvido. ¿Y qué es lo que queda entonces, al final? Prácticamente nada. Solo un borroso y melancólico recuerdo flotando en los ahora desolados espacios, testigos silenciosos del eterno –y quizá intrascendente a la postre- drama del devenir humano.Pero como otras grandes obras de arte, esta película está abierta a múltiples significados. Quizá sería mejor limitarse a dejarse embriagar por la impronta que sus imágenes hipnóticas producen en nuestros sentidos. Esas miradas ambiguas de los protagonistas después de haber cruzado el paso de peatones. Las cortinas de cáñamo cubriendo el silencioso edificio convertido en extraño y fantasmagórico tótem. O la astilla de madera otrora tocada por una mano ilusionada, y ahora flotando a la deriva en el agua que fluye inexorablemente hacia la alcantarilla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario