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sábado, 11 de febrero de 2012

Meg Ryan

Por más que lo intente, y aunque no estíes de acuerdo, no puedo dejar de pensar en la pizpireta chica nacida en Fairfield (Connecticut, Estados Unidos) el 19 de noviembre de 1961 estudió periodismo en la Universidad de Nueva York. Pero lo suyo era la actuación, ámbito profesional en el que debutó en 1981 gracias a 'Ricas y famosas', una película de George Cukor cuyo reparto encabezaban Jacqueline Bisset y Candice Bergen. Pasó por diferentes series de televisión, pero la que probablemente sea su primera aparición notable fue la de 'Top Gun', un filme de Tony Scott protagonizado por Tom Cruise y que aún hoy sigue siendo su cinta más taquillera.
 
Aunque la que verdaderamente selló su destino fue 'Cuando Harry encontró a Sally'. La película de Rob Reiner presentaba a dos jóvenes con opiniones muy dispares sobre la amistad y el amor cuya atracción va intensificándose a medida que pasa el tiempo. La extraordinaria química entre Meg Ryan y Billy Crystal la convirtió en un auténtico éxito. Aunque lo que más se recuerda es la escena en la que Ryan simula un orgasmo ante la asombrada mirada de Crystal. Un corte que testimoniaba las impresionantes dotes cómicas de esta actriz que se labraría una gloriosa carrera dando vida a mujeres empeñadas en lograr el amor por muchas lágrimas que tuvieran que derramar en el camino.
 
Así ocurría en 'Algo para recordar' (Nora Ephron, 1993), donde protagonizaría otra de las escenas más románticas de la historia del cine, esa en la que se encuentra con un lacerado Tom Hanks en el Empire State Building. Era su segundo trabajo con el oscarizado protagonista de 'Philadelphia'. Ya habían coincidido en 'Joe contra el volcán' (John Patrick Shanley, 1990) y aún habrían de hacerlo una vez más, en 'Tienes un e-mail' (Nora Ephron, 1998), conformando una de las parejas preferidas por el público que gusta de una buena historia lacrimógena con final feliz.
 
Los años noventa estuvieron plagados de intervenciones en películas de ese estilo. 'Cuando un hombre ama a una mujer' (Luis Mandoki, 1994) supuso quizás su principal reto interpretativo, con un personaje atormentado, esclavizado por el alcohol, y un marido, Andy Garcia, decidido a recuperar a la mujer que un día le robó el corazón y que se había sumido en una espiral autodestructiva. Más planas resultaron otras cintas como 'El genio del amor' (Fred Schepisi, 1994), 'French Kiss' (Lawrence Kasdan, 1995), 'Adictos al amor' (Griffin Dunne, 1997) o 'City of Angels' (Brad Silberling, 1998)
Con el cambio de siglo, Meg Ryan comenzó a dosificar más sus apariciones en la gran pantalla. 'Colgadas' (Diane Keaton, 2000), 'Kate & Leopold' (James Mangold, 2001) seguían dentro del guión que ella o más bien la industria habían escogido. Pero comenzaba a aflorar un deseo de desmarcarse del estereotipo de chica ideal que habían dibujado sus anteriores filmes. Así, Meg Ryan exploró papeles más arriesgados en cintas como 'Prueba de vida' (Taylor Hackford, 2000), 'En carne viva' (Jane Campion, 2003) o 'Contra las cuerdas' (Charles S. Dutton, 2004). Sus últimas películas -'Mi novio es un ladrón' (George Gallo, 2008), 'The Women' (Diane English, 2008) y 'Serious Moonlight' (Cheryl Hines, 2009)- no han funcionado demasiado bien. Meg Ryan parece haber perdido lo que en otro tiempo tuvo, una conexión infalible con el público, por lo que parece empeñada en reinventarse.
 
Si ella quisiese, yo no tengo ningún inconveniente en echarle un cable.

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