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sábado, 30 de julio de 2011

Lilith



Un hombre vuelve de la guerra e intenta dotar de sentido a su vida entrando a trabajar en un psiquiátrico de lujo, una residencia que parece respirar fuera del tiempo, en un espacio diferente.Primo Levi cuenta en un relato breve tres versiones de la historia de Lilith. En la primera, Dios creó una forma sin forma (un golem) y la partió en dos seres (varón y hembra) de idéntica jerarquía: Adán y Lilith. Ambos anhelaban unirse de nuevo, pero, ¿quién debía situarse debajo y quién encima? Adán trató de forzar a Lilith pero no pudo doblegarla y Dios tomó partido por el macho de la especie. “Y como los dos varones insistían, ella blasfemó contra el Señor, se convirtió en diablesa, salió volando como una flecha y fue a establecerse en el fondo del mar.” Hay quien sostiene que habita en el mar Rojo y “todas las noches levanta el vuelo, se da una vuelta por el mundo, rompe los cristales de las casas en las que hay niños e intenta sofocarlos.”En la película de Robert Rossen, el reino de Lilith está en el agua, en los reflejos, más allá de la sociedad convencional: juegos de luces en las ondas, paseos junto a la ribera, acuarios, la turbulencia de la espuma entre los rápidos del río… Las dos secuencias con los niños (los vendedores de sandías y el niño del aro) son inquietantes, turbadoras; destellos de ese reino legendario y ominoso.“Otras veces entra en el cuerpo de un hombre, y éste queda embrujado.”La segunda historia de Lilith es la del semen. “A ella le gusta mucho el semen del hombre, y anda siempre al acecho para ver dónde ha caído (generalmente en las sábanas). Todo el semen que no acaba en el único lugar consentido, es decir, dentro de la matriz de la esposa, es suyo: todo el semen que ha desperdiciado el hombre a lo largo de su vida, ya sea en sueños, por vicio o adulterio.” Con ese semen engendra hijos sin cuerpo, pequeños espíritus malignos “que hacen que se corte la leche y el vino, corren por los desvanes y atan los cabellos de las muchachas.”En la película, el pelo de Lilith queda enredado en el telar y Vincent Bruce lo desenreda.La tercera versión viene de los cabalistas y sostiene que Dios, no pudiendo soportar la soledad ni resistirse ante la tentación, hizo de Lilith su amante. Esa relación indecente es causa y efecto del mal que hay en el mundo. “Mientras Dios siga pecando con Lilith, habrá sobre la tierra sangre y dolor. Pero vendrá un día en que un ser poderoso haga morir a Lilith y ponga fin a la lujuria de Dios y a nuestro exilio.”Estos relatos, con sabor a tradición oral hebrea, nos acercan a la temperatura emocional de la película. Que nadie busque realismo ni verdad de escuadra y cartabón. Es otra la verdad que aquí entra en liza: la verdad del arte, la magia de lo fílmico, la realidad de un universo imaginario.


DIRECTOR
Robert Rossen
GUIÓN
Robert Rossen (Novela: J. R. Salamanca)
MÚSICA
Kenyon Hopkins
FOTOGRAFÍA
Eugen Schüfftan (B&W)
REPARTO
Warren Beatty, Jean Seberg, Peter Fonda, Kim Hunter, Anne Meacham, James Patterson, Robert Reilly, Gene Hackman, Jessica Walter
PRODUCTORA
Columbia Pictures presents a Centaur Production



Casi al inicio de la cinta, el psiquiatra jefe nos dice cómo hemos de leer la historia de Lilith. La araña demente teje una tela que se sale del canon. Menos funcional, quizás, pero mucho más bella y desasosegante, con asimetrías y saltándose el patrón habitual. Nada de teorías científicas, sino una visión romántica de la locura. Tal visión no puede prescribir, por la sencilla razón de que es una opción estética y no un paradigma de la medicina.La narración está trenzada con primor de araña esquizofrénica. La galería de locos es extraordinaria. Los paralelismos inquietan y componen un lienzo memorable (en el picnic inicial, Lilith trata de hacer que Steven muera; al final, una acción de Vincent provoca el suicidio de ese mismo personaje. La tara de Lilith se relaciona con el suicidio de un hermano que no quiso zambullirse en el incesto; Vincent idolatra el recuerdo de su madre demenciada, y ve en Lilith a su reencarnación).Las escenas de sexo son desvergonzadamente hermosas. El objetivo no huye de las nalgas y entrepiernas. Los cuadros comprimen a los protagonistas en sus arrebatos. El predominio del contrapicado en la composición de las secuencias nos habla de un espacio nada recto, en lo físico y en lo moral. Los encuadres cortan las cabezas y los cuerpos, la luz esculpe rostros, los vuelve encantadores, pasionales, lúbricos y monstruosos. Es excesiva la permanente mueca Actors en la cara y ademanes de Warren Beatty, pero Jean Seberg actúa de manera esplendorosa.Todas las escenas acuáticas resultan fascinantes: el primer picnic; el paseo en bicicleta; el beso de Lilith a su propia imagen reflejada en el agua, arremangándose el vestido; el ardor desatado junto al río…La película es diáfana y maravillosa. Lilith vive confinada detrás de su ventana (primero la vemos de espaldas, mirando a través del enrejado de su habitación; antes de verla de frente, oímos el sonido de su flauta: cómo no pensar en un pájaro enjaulado). En realidad, más que una cárcel, la reja es una red; la red en la que atrapa con sus artes seductoras. Está de espaldas, sí, pero el plano picado nos muestra una figura firme y poderosa (Lilith), los rombos de la reja y, como un insecto diminuto, a Vincent Bruce pasando por delante. El canto de la flauta no es la letra triste del romance del cautivo; es el sonido embriagador de la sirena.Los objetos (el retrato, la anilla del torneo, el hielo, la caja, la muñeca) son fetiches hábilmente utilizados. El movimiento de la cámara es perfecto (en una ocasión, vemos a la pareja entrando en la habitación de ella; la reja se sitúa en primer plano; la cámara se desplaza para arriba y, por un momento, intuimos que la reja puede ser sobrepasada… pero no, la cámara nos dice que no existe escapatoria). El ritmo coincide con el de la araña tejedora. La tela de los fotogramas nos envuelve y, casi sin quererlo, nos vemos poseídos por el espíritu carnal de la más pura cinefilia.

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