La larga travesía a la que ha estado sometida la Comunidad del Anillo
llega a su desenlace. Los ejércitos de Sauron, determinados a destruir
el mundo de los hombres, atacan las Minas Tirith, la capital del reino
de Góndor, con un número ingente de feroces orcos y guerreros uruk-hai.
Gandalf (Ian McKellen) trata desesperadamente de unir a las fuerzas de
esa comarca, que carecen de líder, mientras el rey Théoden (Bernard
Hill) junta a todos los guerreros de su territorio, Rohan, para que se
unan y libren una monumental batalla en los campos de Pelennor. Entre
los combatientes se cuelan Éowyn (Miranda Otto), la sobrina del rey, y
el hobbit Merry (Dominic Monaghan). Pero las fuerzas reunidas no son
suficientes para plantar cara a los ejércitos de Sauron y la única
manera de salvar a los humanos de su trágico destino es que Aragorn
(Viggo Mortensen) se resigne a ocupar el puesto de rey al que había
renunciado, guíe a su pueblo y se aventure, junto con el elfo Legolas
(Orlando Bloom) y el enano Gimli (John Rhys-Davies), por el Sendero de
los Muertos para ordenar a todos los soldados caídos en batalla que le
sigan y se unan a la guerra. A pesar de ello, Aragorn es consciente de
la superioridad de Sauron y sabe que todos están condenados a
sacrificarse en la lucha para distraer al enemigo para que Frodo (Elijah
Wood) disponga así de más tiempo para destruir el Anillo. Entretanto,
guiados por el avieso Gollum, Frodo y Sam (Sean Astin) prosiguen su
tenebrosa ruta rumbo a Mordor. Conforme avanzan, Frodo pierde aún más su
humanidad y sabe que cada paso le lleva cada vez más cerca de su
autodestrucción.
Ganadora de 11 Oscar, entre ellos mejor película y mejor director.
Título: El Señor de los Anillos: El Retorno del Rey
Título original: The Lord of the Rings: The Return of the King
País: USA, Nueva Zelanda, Alemania
Estreno en USA: 17/12/2003
Productora: New Line Cinema
Director: Peter Jackson
Guión: Peter Jackson, Frances Walsh, Philippa Boyens
Reparto: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Astin, Liv Tyler, Billy Boyd, Dominic Monaghan, Orlando Bloom, John Rhys-Davies, Ian Holm, Christopher Lee, Cate Blanchett, Bernard Hill, Brad Dourif, Miranda Otto, Hugo Weaving, Karl Urban, David Wenham, John Noble, Andy Serkis
Título original: The Lord of the Rings: The Return of the King
País: USA, Nueva Zelanda, Alemania
Estreno en USA: 17/12/2003
Productora: New Line Cinema
Director: Peter Jackson
Guión: Peter Jackson, Frances Walsh, Philippa Boyens
Reparto: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Astin, Liv Tyler, Billy Boyd, Dominic Monaghan, Orlando Bloom, John Rhys-Davies, Ian Holm, Christopher Lee, Cate Blanchett, Bernard Hill, Brad Dourif, Miranda Otto, Hugo Weaving, Karl Urban, David Wenham, John Noble, Andy Serkis
Las fuerzas de Saruman han sido destruidas, y su fortaleza sitiada. Ha
llegado el momento de decidir el destino de la Tierra Media, y, por
primera vez, parece que hay una pequeña esperanza. El interés del señor
oscuro Sauron se centra ahora en Gondor, el último reducto de los
hombres, cuyo trono será reclamado por Aragorn. Sauron se dispone a
lanzar un ataque decisivo contra Gondor. Mientras tanto, Frodo y Sam
continuan su camino hacia Mordor, con la esperanza de llegar al Monte
del Destino.
Cuando se realiza una trilogía, normalmente el punto flaco suele ser la
tercera parte, pues las ideas se acaban, y se recurre a repetir lo bueno
de las primeras entregas, con la consiguiente falta de originalidad. Y
sobre todo en las películas épicas, donde se suele dejar de lado la
parte íntima de los personajes, para llevarlos hacia grandes batallas y
gestas que serán dignas de recordar por los siglos de los siglos, amén.
Pero Peter Jackson no. En el guión de esta película, los personajes
sienten, respiran, y evolucionan, y todo ello en un grandísimo mundo
épico que no escatima ni un ápice de espectacularidad.
Muchos critican a Jackson de haber hecho su propia versión de la obra maestra de Tolkien, de la que yo soy ferviente seguidor desde hace mas de 10 años, y en ningún momento me sentí ofendido por la adaptación. Partiendo de la base de que un libro debe ser trasladado al cine, y no copiado, Jackson logra un trabajo soberbio, pues consigue lo que Tolkien hubiera deseado: que tuviera la esencia de su obra cumbre, y ciertamente, la trilogía de Jackson la tiene. No por calcar el texto original vas a hacer una mejor adaptación, cosa que algunos no entienden.
Un texto tan rico en metáforas, dobles sentidos, y una maravillosa moral, está patente en la película, y nos demuestra que todos, sin excepción, por muy pequeños que seamos, podemos cambiar el mundo si nos lo proponemos, y somos honrados de corazón y si no nos rendimos jamás. Con la ayuda de la amistad se puede salvar cualquier obstaculo. Y de éso se da cuenta muy bien Frodo, a quien vemos avanzar durante la obra, y convertirse en lo opuesto que era al comienzo, al igual que Aragorn, o Sam, o cualquier otro miembro de la compañía, que cambiará conforme las circunstanciaslo hagan, y serán unos personajes que calarán hondo en el espectador.
Y algo que consiguió extraordinariamente Jackson fue recrear la Tierra Media. Un auténtico prodigio de técnica y arte, pues cada recoveco de la novela ha sido recreado majestuosamente. Minas Tirtih, Hobbiton, Mordor, cobran vida delante de nuestras narices, y sólo podemos quitarnos el sombrero para felicitar a Jackson por su maestría. Y a todo ello, una de las mejores bandas sonoras de la historia, compuesta por un inspiradísimo Howard Shore, cargado de tintes épicos y oníricos, que nos transportan a la Tierra Media en cualquier momento...
La cinta alcanza unos momentos de emoción sublimes. Durante los momentos finales, secuencias de batalla y momentos épicos, uno está sentado a la butaca, con el corazón en un puño, contemplando lo que acontece, pues son unos personajes que ya forman parte de nuestras vidas, y nos importa lo que les pase, y al final, por qué no, derramar unas lágrimas sabiendo que todo ha acabado, un período de nuestra vida cinéfila ha tocado a su fin, y sabemos que habrá un antes y un después de esta, ya, obra clásica del cine.
Muchos critican a Jackson de haber hecho su propia versión de la obra maestra de Tolkien, de la que yo soy ferviente seguidor desde hace mas de 10 años, y en ningún momento me sentí ofendido por la adaptación. Partiendo de la base de que un libro debe ser trasladado al cine, y no copiado, Jackson logra un trabajo soberbio, pues consigue lo que Tolkien hubiera deseado: que tuviera la esencia de su obra cumbre, y ciertamente, la trilogía de Jackson la tiene. No por calcar el texto original vas a hacer una mejor adaptación, cosa que algunos no entienden.
Un texto tan rico en metáforas, dobles sentidos, y una maravillosa moral, está patente en la película, y nos demuestra que todos, sin excepción, por muy pequeños que seamos, podemos cambiar el mundo si nos lo proponemos, y somos honrados de corazón y si no nos rendimos jamás. Con la ayuda de la amistad se puede salvar cualquier obstaculo. Y de éso se da cuenta muy bien Frodo, a quien vemos avanzar durante la obra, y convertirse en lo opuesto que era al comienzo, al igual que Aragorn, o Sam, o cualquier otro miembro de la compañía, que cambiará conforme las circunstanciaslo hagan, y serán unos personajes que calarán hondo en el espectador.
Y algo que consiguió extraordinariamente Jackson fue recrear la Tierra Media. Un auténtico prodigio de técnica y arte, pues cada recoveco de la novela ha sido recreado majestuosamente. Minas Tirtih, Hobbiton, Mordor, cobran vida delante de nuestras narices, y sólo podemos quitarnos el sombrero para felicitar a Jackson por su maestría. Y a todo ello, una de las mejores bandas sonoras de la historia, compuesta por un inspiradísimo Howard Shore, cargado de tintes épicos y oníricos, que nos transportan a la Tierra Media en cualquier momento...
La cinta alcanza unos momentos de emoción sublimes. Durante los momentos finales, secuencias de batalla y momentos épicos, uno está sentado a la butaca, con el corazón en un puño, contemplando lo que acontece, pues son unos personajes que ya forman parte de nuestras vidas, y nos importa lo que les pase, y al final, por qué no, derramar unas lágrimas sabiendo que todo ha acabado, un período de nuestra vida cinéfila ha tocado a su fin, y sabemos que habrá un antes y un después de esta, ya, obra clásica del cine.
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