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sábado, 9 de julio de 2011

Los condenados no lloran


Película realizada por Vincent Sherman. El guión, de Harold Medford y Jerome Weidman, desarrolla un argumento ("Case History") de Gertrude Walker. Se rueda en exteriores de Palm Springs (CA) y en los Warner Studios (Burbank, CA). Producido por Jerry Wald para la Warner, se estrena el 7-V-1950 (EEUU).La acción tiene lugar en Desert Springs, Palm Springs y otras localidades de la costa del Oeste, y en NYC, en 1948/49. Tras la muerte del hijo en accidente de circulación, Ethel Witehead (Crawford), de unos 30 años, deja al marido y a los padres y se va sola a NY con deseos de triunfar economicamente y socialmente.El film es una obra de cine negro y de gángsters, con elementos melodramáticos. Es el primero de una serie de tres consecutivos que Crawford rueda para la Warner a las órdenes de Vincent Sherman. Los otros dos son "La envidiosa" (1950) y "Adiós, mi amor" (1951). Sherman es un artesano, en general poco brillante, que con Crawford consigue realizar un buen trabajo, en especial en la cinta que nos ocupa. La actriz tenía 46 años al concluir el rodaje del film, en el que hace el papel de muchacha de unos 30. El exceso de edad no perjudica la cinta, pese a no pasar inadvertido. Uno de los puntos fuertes de la obra es el guión, escrito con brío e intensidad. Aporta unos diálogos ágiles, rotundos y contundentes, que se combinan bien con el fuerte ritmo que Sherman impone al relato. La construcción de los personajes, en especial el de Ethel, es acertada en complejidad y riqueza de matices. El segundo punto fuerte del film viene dado por la notable interpretación de Crawford, acompañada de las intervenciones destacadas de tres actores (David Brian, Key Smtih y Steve Cochran), que acababan de rodar "Al rojo vivo" (Walsh, 1949). Crawford trasmite al personaje de Ethel el tono de desmesura, amargura y vulnerabilidad que corresponde. La narración se desarrolla mediante un largo flashback, como es habitual en cine negro. El argumento se inspira en la vida real del gángster Benjamin "Bugsy" Siegel y de su amante Virginia Hills. La obra está puesta al servicio del lucimiento de la actriz. El film no constituye una instancia a favor de la igualdad de la mujer: reitera los estereotipos de inferioridad, sumisión y dependencia.



El título está tomado de "A Electra le sienta bien el luto"/"Mourning becomes Electra" (1931), de Eugene O'Neill. Un hermano le dice a su hermana: "No llores ... Los condenados no lloran".La música, de Daniele Amfitheatrof ("Los sobornados", Lang, 1953) y Max Steiner (no acreditado), aporta pasajes oscuros y de tensión y crea climas inquietantes, ajustados al sentido de la acción. La fotografía, de Ted D. McCord ("Al este del Edén", Kazan, 1955), recrea en interiores los ambientes oscuros del cine negro, que contrasta con luminosas tomas exteriores al aire libre. Abundan los primeros planos de la protagonista, que tratan de penetrar en su atormentado mundo interior.



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