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sábado, 14 de julio de 2012

Un americano en París



Joya del cine musical norteamericano, la película no sólo es una inspirada declaración de amor a la ciudad de la luz o el romance entre un pintor y una dependienta de perfumería...

Gracias a Vincent Minelli y las espléndidas coreografías y dirección artística de la película, junto con un Gene Kelly pletórico de facultades(como siempre) es la expresión más pura y vitalista del mundo de color , belleza y fantasía que alguna vez ha estado en la mente de un creador. Es un delicioso homenaje al arte y al amor mediente la danza. Who could ask for anything more?

El director americano Vicente Minelli, se hizo famoso por sus musicales, en los que consiguió un raro equilibrio entre el tono frívolo propio del género y toques más enjundiosos, que trascendían de la con frecuencia elementalidad del musical.

En "Un americano en París", un pintor yanqui, establecido permanentemente en la llamada Cuidad de la Luz, es cortejado por una crítica de arte. Pero cuando conoce a una muchacha indígena (no es que fuera india, es que era de Paris), las cosas cambian. Además de la espléndida coreografía y los bailes de Gene Kelly y Leslie Caron, lo mejor de esta excelente película es su colorido, libremente inspirado en la obra de Toulouse- Lautrec. también la magnífica música de George Gershwin juega un papel fundamental en esta fantasía romántica que desremboca en una orgía de color y danza, de velos, de humo y luz, una reivindicación, categórica aunque evanescente, de la irrealidad como una de las cosas que hacen llevadera la vida. La película obtuvo siete merecidos Oscar.

Es difícil enfrentarse a un musical de los 50 en tiempos de kitsch, precareidad de lo tradicional, ruptura acelerada.

Divertido musical no carente de ideología política (americanos en Francia que son vistos como artistas genuinos). cuya imagen resulta hoy pomposa y llega a empalagar, con unos escenarios demasiado exornados de colorido, tanto en vestuarios como en luces y maquetas, y casi siempre con fondos nebulosos, y un ambiente fantasioso de cine cincuentero, cuyo medio de expresión más potente es el color, (que por fin se hizo asequible en el cine).

Destaca la coreografía final de gran labor escenográfica. Vincente Minnelli es un director muy competente.

En cuanto a la parte técnica, no faltan los efectos rápidos de cámara, invertidos de secuencia, recortes, o multiexposiciones de un mismo personaje en pantalla, siempre con fines humorísticos. 

Se resienten algunos desenfoques a los personajes, o esa continua desincronización del sonido de las zapatillas con el movimiento de éstas, o esos graciosos actores secundarios que sobreactúan con risillas falsas mientras contemplan los momentos musicales en plena calle y saludan con la mano por inercia a los protagonistas cuando terminan sus bailes y se van del escenario.

Gene Kelly y Leslie Caron tienen un dominio completo del cuerpo, y Oscar Levant, el pianista, es sin duda el actor más carismático de la película; me encanta.

Una entretenida película de los 50 cuyo argumento no es sino una excusa para bailar (como no podía ser de otra forma). No cabe en nuestros días, los tiempos han cambiado demasiado, pero resulta interesante para entender la época y apreciar el cine. 

Es el baile espectacularizado e idealizado como catarsis amorosa de los personajes.

Tanto Kelly como Minnelli plantearon rodar en Francia, hasta que la Metro hizo los cálculos económicos. Imposible. Se construyeron 44 decorados diferentes en Hollywood y sólo dos tomas se rodaron en París: en ninguna de ellas aparecía Gene Kelly.

Leslie Caron está bien; su presentación multifacética desborda de imaginación, encanto y, en cierto modo, sex-appeal.

Pero Leslie Caron no es la chica.

En la primera secuencia en que aparece Jerry Mulligan, observad cómo la verdadera chica sonríe al verle bostezar, recoger el periódico, guardar la cama, sacar el desayuno… Cómo corta y se acerca hasta su espalda para contemplar, desde su hombro, el dibujo de su amado. Y cómo lo retrata, ella a él.

En la secuencia mágica en que Jerry canta y danza con su amigo Cook… Observad cómo se miran. ¿Los amigos? No, la chica y Jerry. Ella lo espera, lo encuadra, se deja llevar por su frescura. Están enamorados. Adam Cook es sólo una comparsa o carabina. En esa diminuta habitación, ella y él son las estrellas. Y cómo bailan.

Detrás de ella está Minnelli, hablándole al oído: muévete así, corta, aguanta el plano, acércate a tu chico, para, síguelo, ahora dale espacio.



TÍTULO ORIGINAL An American in Paris
AÑO 1951




DIRECTOR Vincente Minnelli
GUIÓN Alan Jay Lerner
MÚSICA George Gershwin
FOTOGRAFÍA Alfred Gilks
REPARTO Gene Kelly, Leslie Caron, Oscar Levant, Georges Guétary, Nina Foch, Ernie Flatt, Alex Romero, Dickie Humphreys, Charles Mauu
PRODUCTORA MGM. Producer: Arthur Freed
PREMIOS 1951: 6 Oscars: Película, argumento, guión, música, direcc. artíst., vestuario color
1951: Globo de Oro: Mejor película: Comedia o Musical
1952: Festival de Cannes: Nominada a la Palma de Oro (mejor película)


SINOPSIS Terminada la Segunda Guerra Mundial, Jerry Mulligan (Gene Kelly), un pintor americano, se queda en París y expone sus cuadros, que nadie compra, en Montparnasse. Un día tiene la suerte de conocer a una americana millonaria que decide promocionarlo. Al mismo tiempo, conoce a una dependienta y se enamora de ella.
CRÍTICAS ----------------------------------------
Obra maestra del cine, un gozoso y colorista musical con un Gene Kelly maravilloso. Advertencia: ver "Un americano en París" transmite ganas de bailar... y de vivir. 
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